Ayúdame en mis dificultades
“Jesús mío, Rey adorable y todo deseable, recuerda el dolor que tuviste cuando, desnudo y como un desgraciado, atado y alzado en la cruz, todos tus familiares y amigos te abandonaron, excepto tu amada madre que te acompañó junto a San Juan, fielmente en tu agonía y que los recomendaste mutuamente, diciendo: “¡Mujer, aquí tienes a tu hijo! », Y al discípulo: «¡Aquí tienes a tu madre! Te suplico, oh mi Salvador, con la espada del dolor que luego traspasó el alma de tu santa madre, que tengas compasión de mí en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, y que me ayudes en mis dificultades, especialmente en el momento de mi muerte. ¡Que así sea!"
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