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Extingue en mí los deseos mundanos
“Jesús mío, fuente inagotable de piedad que, con profundo afecto y amor, dijiste en la cruz: “¡Tengo sed!”, Pero de la sed de salvación de la humanidad, te ruego, oh mi Salvador, que exaltes el deseo de mi corazón de luchar por la perfección en todas mis obras, y que extingas por completo en mí la concupiscencia y la lujuria carnal y el ardor de los apetitos mundanos. ¡Que así sea!"
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