En la carretera que une la ciudad de Iguala con la de Taxco fueron asesinados, la madrugada del lunes 5 de febrero de 2018, dos sacerdotes junto con un maestro. Según informó el Centro Católico Multimedial (CCM), se trató de los padres Germaín Muñiz García, de 39 años, párroco de San Cristóbal, Mezcala, en Chilpancingo-Chilapa y originario de Apango, municipio de Mártir de Cuilapan, e Iván Añorve Jaimes, de 37 años de edad, párroco de la Sagrada Familia en san Marcos, Guerrero, originario de Acapulco y cantautor de música de alabanza y adoración, quien cumplió 9 años de ordenación sacerdotal el pasado 25 de enero, quienes engrosaron el triste recuento de sacerdotes asesinados en México. La primera declaración del fiscal general del Estado de Guerrero, fiscal general del Estado de Guerrero, Xavier Olea, fue en el sentido de que el sacerdote Muñiz, uno de los dos sacerdotes asesinados, “formaba parte de una banda de narcotraficantes”. Las declaraciones levantaron ampollas en la propia diócesis de Chilpancingo-Chilapa, en la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y en todos los estamentos de la Iglesia católica en el país. Para muchos organismos de la Iglesia y de la sociedad, entre ellos el CCM, el caso de los padres Muñiz y Añorve “es la punta del iceberg que oculta la carencia de profesionalización de los ministerios públicos como factor propicio de corrupción e impunidad”.
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