LA MONTAÑA DE SAINTE-VICTOIRE VISTA DESDE BIBEMUS, PAUL CÉZANNE (1897).
Los colores cálidos de esta pintura nos transportan a otro universo. Incluso podríamos escuchar las cigarras que Cézanne distinguía en su tiempo. Este cuadro hace resonar en nuestra memoria el poema nostálgico de Du Bellay que el artista podría haber declamado, lejos de su Provenza, en las calles de la sombría capital: “¿Cuándo, ¡ay!, volveré a ver la viejas chimeneas y el humo de mi aldea? ¿Qué tiempo y qué camino me llevarán de nuevo a mi hogar campesino que es, más que mi heredad, todas mis alegrías?”.
+© Domaine Public