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Albert Marquet, Notre Dame de París, 1909
Marquet amaba particularmente pintar París, sus calles y sus plazas, sus muelles y puentes. Desvinculado de los detalles, representaba los elementos de forma brutal, yendo a lo esencial. Aquí, Notre Dame ya no es una masa oscura, por lo que su silueta se reconoce sin dificultad.
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