Apasionado de la naturaleza
"Allí recé (...) el Ángelus en una tarde de verano de 1951. En ese momento tuve la impresión lúcida y clarísima de que podía comprender a los místicos, y tuve por primera vez en mi vida una conciencia inmensa, abrumadora, de la presencia de Dios junto a mí. Desde aquella vez, comencé a sentir a Dios en la naturaleza, y a amarle a través de ella con todas mis facultades" (28 de diciembre de 1956).
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