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Confiando sus dolores a María
"Entonces, Madrecita, cuando estoy enfermo (...) ¿no es lo más cuerdo llamarte, para que, a la cabecera de mi cama, cuides de mi dolencia ? No sólo como madre, sino también como enfermera solícita, sabrás cuidar de mí en esas ocasiones. Está bien entonces lo que pensaba ayer, en ese semi-delirio de dolores y fiebre; en tales ocasiones te llamo a mi lado y me recuesto blandamente en tus maternales brazos, como lo hace el Niño Jesús, apoyo mi cabeza adolorida en tu regazo, y allí descanso y duermo ..." (8 de octubre de 1957).
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