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Alivia el estrés.
Cuando estás sumergido en una manualidad de tu agrado, te concentras en ella y dejas de pensar (aunque sea por un rato) en eso que te preocupa. Así bajan los niveles de estrés y ansiedad. Es una especie de meditación que te brinda calma y te permite estar contigo mismo en paz. Incluso, puedes aprovecharlo como un momento para estar en silencio y hablar con Dios.
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