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San Francisco y el lobo de Gubbio
En la ciudad de Gubbio donde en ese momento moraba san Francisco, un feroz lobo atemorizaba a toda la ciudad devorando tanto animales como personas. Cuando el lobo se acercaba a la ciudad todos corrían atemorizados a esconderse. Entonces Francisco de Asís, movido por su compasión a los habitantes del lugar, buscó al lobo y lo exhortó en nombre de Cristo a no hacer más daño a nadie. Apenas el “pobrecito de Asís” trazó la señal de la cruz, el lobo cerró la boca, dejó de correr, se acercó mansamente, y se echó a sus pies. Conducido por Francisco hasta la ciudad, el lobo vivió en ella durante dos años comiendo de lo que la gente le daba hasta su muerte por vejez.
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