Ves a tu propio ritmo
Inicialmente, me propuse el objetivo de mantener el ritmo de mis compañeros excursionistas. El efecto fue deplorable: después de la primera aproximación más brusca, jadeé como una locomotora, maldiciendo mi decisión de seguir el camino. Todo cambió cuando comencé a caminar a un ritmo adaptado a mis propias habilidades; gracias a esto, cada salida posterior era una alegría para mí, no una molestia. Recuerdo esto cada vez que miro con recelo a alguien que conozco que logra una meta que también es mi sueño. Perder unos kilos, aprender un idioma o correr diez kilómetros, todo será más fácil si dejo de compararme con los demás.
+