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Las aventuras de Tom Sawyer.
El libro, escrito por el estadounidense Mark Twain (1835-1910) está dirigido a los niños especialmente para su diversión, pero contiene además una reflexión para los adultos: recordarnos que una vez también fuimos niños. Y así lo señala el autor en el prefacio… “Aunque este libro esté compuesto principalmente para solaz de muchachos y muchachas, espero que no por eso haya de ser desdeñado por la gente talluda, pues entró también en mi propósito el intento de hacer que los mayores recordasen con agrado cómo fueron en otro tiempo y cómo sentían y pensaban y hablaban, y en qué curiosos trances se vieron a veces enredados”. Como anuncia el título del libro, es un relato lleno de aventuras, protagonizadas por Tom Sawyer y sus amigos, quienes viven en un pueblo a orillas del Mississipi. Allí Tom Sawyer es conocido por ser un chico muy travieso que se rodea de amigos nada convencionales para vivir peligrosas aventuras. A Tom, que es un chico algo rebelde, no le gustan las normas, ni la férrea y asfixiante educación que le imponen. Así que gracias a su imaginación y a su carácter revoltoso se inventa un mundo libre de reglas. Sin embargo, debido a sus compañías y los lugares nada recomendables a los que acuden, conoce también el peligro y el crimen. En definitiva, el protagonista de esta historia, aunque algo desobediente e inquieto, es también muy ingenioso, algo enamoradizo, generoso con sus amigos y valiente. El libro es un canto a la infancia y al derecho universal de los niños a la diversión que no deberíamos olvidar nunca. ¿Y qué otra enseñanza debemos extraer? divertirse sanamente, con prudencia y siguiendo una pauta de valores.
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