Francesco Guarino, "La Natividad de la Virgen", hacia 1640, Nápoles, colección particular
Siguiendo la estela de Caravaggio y Velásquez, Guarino es muy sensible al naturalismo. Esto se nota en la actitud de los personajes y el tratamiento estilístico. Los rostros y la ropa son sorprendentemente realistas.
Aquí, la Virgen no está idealizada sino, por el contrario, representada como un bebé real de curvas generosas y durmiendo en los brazos de su nodriza. Al fondo, adivinamos, en la penumbra, la presencia de Santa Ana.
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