1ª edad de oro: Aun no nos conocíamos. Gracias a los valores de nuestras familias y al testimonio de nuestros padres que habían vivido sólidos matrimonios, fuimos felices madurando física y psicológica en nuestra inclinación natural a unirnos por amor en matrimonio. Nos hicieron capaces de amar el amor noble, aun cuando no conociéramos a quienes serán los dueños de nuestros corazones.