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Pereza
Las relaciones siempre exigen salir de uno mismo. Hay que moverse para acudir a un encuentro o una cita. Si actuamos con pereza, buscamos excusas para retrasar planes o no hacerlos y, al final, eso va en detrimento de la relación de amistad o del noviazgo. Vence la comodidad del sofá de casa y del desarreglo personal. Esa pereza física arrastra a la pereza intelectual. En este punto, rompe las dinámicas de juegos de ordenador o de películas y series. Propónte un límite de tiempo solo ante la pantalla y prioriza los planes con amigos o familia.
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