San Francisco y el sultán
San Francisco decide ponerse en camino en un largo viaje para presentarse ante el temible sultán de Egipto que dirija el ejercito sarraceno contra los cristianos. Acompañado por el hermano Iluminado llegó ante su presencia y comenzó a predicar hablándole de Cristo. Luego lo invitó a abandonar la ley de Mahoma para convertirse a la fe de Cristo y para comprobar cuál de las dos creencias debía ser dada por justa le propuso ejecutar una prueba de fuego entre él y sus sacerdotes, que escaparon enseguida ante tal propuesta. Entonces dijo: “Si en tu nombre y en el de tu pueblo me quieres prometer que os convertiréis al culto de Cristo si salgo ileso del fuego, entraré yo solo a la hoguera. Si el fuego me consume, impútese a mis pecados; pero, si me protege el poder divino, reconoceréis a Cristo, fuerza y sabiduría de Dios, verdadero Dios y Señor, salvador de todos los hombres”.
El sultán respondió que no se atrevía a aceptar dicha opción, porque temía una sublevación del pueblo y le ofreció muchos y valiosos regalos, que el santo rechazó.
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