Pocos días después de la muerte de los Ulma, los habitantes de Markowa desenterraron sus cuerpos y los colocaron en ataúdes. Uno de los polacos recordaba: "Cuando puse el cuerpo de Viktoria en el ataúd, vi que estaba embarazada". En 1945, los ataúdes de toda la familia fueron trasladados al cementerio parroquial.
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