El gran órgano del siglo XVIII escapó a la violencia de la revolución, sin duda gracias a la interpretación de música patriótica como la compuesta en 1792 por el organista Balbastre, autor de variaciones sobre La Marsellesa. En 1868, después del trabajo del constructor de órganos Aristide Cavaillé-Coll, iniciado por el arquitecto Viollet-le-Duc, encontró su plenitud sinfónica con 86 tubos, en 5 teclados y pedales. © Pixabay
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