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Caravaggio, entre 1600 y 1604, iglesia de Santa María del Popolo, Roma (Italia)
El lienzo de Caravaggio, conservado en la pequeña capilla de la iglesia de Santa María de Popolo, sorprende por la calma y la dulzura de su iconografía, que contrasta con la violencia del tema. Pablo está en el suelo, sorprendido por la voz de Dios, bajo la mirada de su caballo y de un palafrenero. Aunque el suceso parece íntimo por la reducción del número de personajes, no por ello es menos decisivo. Con esta luz que arroja sobre Pablo, Caravaggio lleva toda la atención sobre la recepción del mensaje divino. El hombre antes ignorante, encerrado en las tinieblas, queda desde entonces iluminado a pesar de su ceguera, bañado en una luz divina. Una metáfora finamente representada por el juego de claroscuro tan característico de Caravaggio.
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