Extraordinario porque no hubo una conducción central: nadie puede jactarse de decir que organizó estas marchas. Ningún político puede situarse como organizador, ni ningún grupo. Sí hubo grupos trabajando en equipo, con muchos voluntarios. Pero si uno preguntaba a la gran mayoría de los asistentes nadie podría haber dicho un nombre. Incluso la circunstancia de la confesionalidad pasó absolutamente desapercibida incluso para medios de comunicación generalistas: no fueron manifestantes católicos o evangelistas. Fueron simplemente miles de argentinos – los colores más vistos fueron el celeste y el blanco – que se oponen al aborto
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