La admiración.
Una madre puede permanecer así, contemplando a su bebé horas y horas. Admirada por este don de Dios que ella observa secretamente con una sonrisa en los labios. Es el caso del óleo que pintó Joaquín Sorolla en 1895. Padre por tercera vez, el artista quiso plasmar para siempre esta relación tan particular entre su esposa Clotilde y su hija Elena.
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