Ester: Libro de Ester. Ester, una joven judía huérfana criada por su tío Mardoqueo, gana el favor del rey pagano Asuero, que busca una nueva mujer. Decide casarse con ella, aunque no conoce ni su pueblo ni su parentesco. Un día, Amán, consejero del rey, ordena a Mardoqueo a postrarse ante él. Él, como judío, lo rechaza, porque solo puede postrarse ante un único Dios. Amán decide vengarse y convence a Asuero de que extermine a todos los judíos del reino con la excusa de que “hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir” (Ester 3,8). Entonces Judit se convierte en la única esperanza para su pueblo y suplica al Señor durante tres días quitándose sus ropajes exquisitos para vestirse con ropajes de desamparo y luto. En un oración magnífica (Ester 4,17k-17z), se vuelve hacia Yahvé en estos términos: “¡Oh Dios, que tienes poder sobre todos! Escucha la voz de los que están sin esperanza. Líbranos del poder de los malvados. Y líbrame a mí de mi temor”. Se encuentra con su cónyuge, lleno de incertidumbre, y se desmaya incluso antes de osar a hablar. La cólera de Asuero de desvanece: “Dios cambia su corazón y lo inclina hacia la dulzura”. Ester logra convencerle de que salve a su pueblo. Gracias a su coraje y su confianza en el Señor, ella consigue revertir la situación: cuelgan a Amán y Mardoqueo ocupa su sitio, y el favor del rey pasa a los judíos. En el siglo V antes de Cristo, Ester, personaje insoslayable del Antiguo Testamento, salva al pueblo de Dios de las persecuciones. Andrea del Castagno, la reina Ester, hacia 1450, Galería Uffizi en Florencia.
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