Abigail: 1 Samuel 25,1-43. Abigail, modelo genuina de la diplomacia femenina, no duda en ir al reencuentro con David, entonces pastor al servicio de su marido Nabal, para impedir que el joven se vengara de este último. En efecto, “era aquella mujer de buen entendimiento y hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras” (1 Samuel 25,3). Cuando David le envía un mensajero, rechaza darle de comer a sus pastores. En el momento en que David ordena que cada uno se ciña a su espada, Abigail aparece y le ofrece “doscientos panes, dos cueros de vino, cinco ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uva pasas y doscientos panes de higos secos” que carga en un asno (1 Samuel 25,18). Suplica a David que perdone a su marido y se despide de él diciéndole: “Guárdese, pues, mi señor, y cuando Jehová haga bien a mi señor, acuérdate de tu sierva” (1 Samuel 25,31). David se conmueve con la sabiduría de Abigail y la indulta, así como a Nabal. Cuando este muere unos días más tarde, David se casa con Abigail. Juan Antonio Escalante, Abigail, 1667, Museo del Prado.
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