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Arrodillarse.
Existen varios momentos en la liturgia en los que deberemos enseñar a los niños a ponerse de rodillas, para indicarles la grandeza de Dios. De esta forma entenderán que somos pequeños ante Él, y que a Él le debemos la vida. También es una forma de orar y de inclinar el corazón hacia Dios, mostrándole nuestro respeto. Normalmente no nos arrodillamos ante nada ni nadie, pero si ante Dios. Y este gesto los niños lo entienden perfectamente si se lo explicamos en la catequesis.
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