Que el Señor te escuche en el día de tu angustia, que te proteja el nombre del Dios de Jacob; que te envíe su socorro desde su santuario, que sea desde Sión tu apoyo; que se acuerde de todas tus ofrendas y tus holocaustos acepte con agrado; que te conceda todo lo que quieras y realice todos tus proyectos (
Salmo 20, 1-5).