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Aceptar las diferencias del otro
Con el tiempo, las particularidades de cada uno que al principio eran atractivas pueden convertirse en una fuente de numerosos conflictos. Aunque aceptar las diferencias no siempre es fácil, sí puede enriquecer de forma duradera la relación de pareja. Las diferencias que separan a los cónyuges están a menudo en el origen mismo de su historia de amor. Son esas diferencias las que les animaron a acercarse al otro, las que despertaban el atractivo, porque hacían descubrir precisamente lo especial de esa persona. Pero una vez han pasado la novedad y el descubrimiento, las diferencias pueden parecerse cada vez más a defectos.  Sin embargo, lo cierto es que cuando reconocemos aquello que hace particular al otro es cuando nace de verdad el amor. Entonces podremos amar a esa persona por quien es realmente. Es lo que los especialistas denominan “amor maduro”. Según el filósofo Frédéric Lenoir, autor de El poder de la alegría, el auténtico amor no sofoca al otro, sino que le enseña a respirar mejor.
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