4 / 5
“Traté de convencerme a mí misma de que ya no tendríamos más hijos durante años. Que añadir otro solamente haría la vida más difícil, pero 5 años después de esa autoconversación, no podía negar la sensación de que necesitábamos intentarlo de nuevo. ‘Nuestros dos primeros hijos fueron tan fáciles de concebir, ¿por qué cambiaría eso ahora?’, pensé.

Después de 2 años de tratar de sumar ese querido tercer bebé a nuestra familia y con el deseo más profundo de expandirnos, experimentamos nuestro primer aborto espontáneo.

No hay antecedentes de aborto espontáneo en nuestras familias, no hay razón para esperar ese tipo de pérdida, pero nosotros SÍ lo experimentamos. Me rompió el corazón. Tan solo una semana antes acabábamos de decir a nuestros hijos, amigos cercanos y familiares que esperábamos otro bebé. Era confuso. Mi esposo era fuerte pero tampoco sabía cómo procesar la experiencia. Yo no sabía con quién hablar o cómo hablar de ello porque no conocía a nadie que hubiera experimentado y hablado abiertamente sobre estos sentimientos.

Mi cuerpo comenzó a abortar cuando estábamos en el lugar de la construcción de la nueva casa de mis padres. Reuní a mis hijos y le dije a Dave que necesitaba llegar a casa, donde permanecí tumbada en la cama con la mirada perdida y las lágrimas corriendo hasta que todo pasara.

Mi dulce hijito trajo flores del patio y, sin pronunciar palabra, me abrazó tiernamente después de colocarlas en un vaso de plástico al lado de mi cama.

Pasó otro año y finalmente decidimos aceptar nuestras vidas como eran. Habíamos sido muy bendecidos con nuestros dos hijos.

Aceptamos que no estaba destinado a ser, pero al mes siguiente, me encontré casi hiperventilando en el cuarto de baño con una prueba de embarazo que mostraba ‘+’ de nuevo. ‘¿Cómo puede ser esto? ¡Dejamos de intentarlo! Ya no estoy mentalmente preparada para esto. ¡¿Qué pasa si perdemos este bebé también?!’. Estos pensamientos se me pasaban por la cabeza mientras contactaba frenéticamente a Dave, que ya se había ido a trabajar.

Esta vez decidimos que no se lo diríamos a nadie. Necesitaba vigilar mis sentimientos y me esforcé por no tener demasiadas esperanzas, pero rápidamente volví a los sentimientos innegables del dulce y protector anhelo por nuestro precioso bebé. 12 semanas después, nos enteramos una vez más de que habíamos perdido a nuestro cuarto bebé.   Mi marido se tenía que marchar de la ciudad por motivos laborales. Así que yo quería que todas las citas médicas se hicieran antes de que se fuera. Me vi forzada a dejar de lado mis sentimientos otra vez e intenté con todas mis fuerzas seguir adelante, como siempre, sabiendo que tenía que ser fuerte por mis hijos mientras su padre no estaba. <pCuando regresó, pensé que me las había arreglado bastante bien, pero el tiempo solo ha demostrado que el dolor aún persiste. Cada vez que llego a la nueva casa de mis padres. Cada madre embarazada que veo. Cada vez que veo a mi sobrino que nació unos meses antes de mi fecha prevista de parto. Cada vez que conduzco el coche que compramos porque pensábamos que nuestra familia estaba creciendo. Cada vez que abro el armario de mi hija y veo el estante que había construido como preparación para el cambiador. Cada vez que veo a una madre peleando con su niño pequeño, siento un breve pinchazo.

Es una sensación que no imagino que me vaya a dejar nunca. De hecho, espero que no. Soy una persona diferente por mis pérdidas y puedo ayudar a otros por ello.”

+

© Emptyphotoproject - Instagram