Vacío, va·cí·o (sustantivo): falta, carencia o ausencia de alguna cosa o persona que se echa de menos. Esta definición concuerda de pleno con mi estado emocional la mayoría del tiempo.
Pasé de crear una vida a llorarla días después. Mi aborto espontáneo ocurrió en noviembre de 2016. Era un bebé planeado por mi esposo y por mí, a diferencia de nuestro primero, nuestro maravilloso hijo, que fue una sorpresa que el Señor sabía que necesitábamos. Mi esposo y yo estábamos radiantes sentados para mi primera cita con el médico, sabiendo que escucharíamos y posiblemente veríamos a nuestro bebé por primera vez. ESTABA TAN EMOCIONADA; hasta que nuestro mundo se derrumbó a nuestro alrededor. No podían oír ni un latido; y cuando hicieron una ecografía no podían encontrar un bebé.
Mi aborto fue un poco diferente a la mayoría. Lo mío fue un embarazo anembrionado o huevo huero; me había quedado embarazada, formé un saco embrionario pero, por alguna extraña razón, mi bebé no continuó formándose más.
No podía entender lo que estaba pasando. ¿por qué me estaba pasando a mí, a mi familia? ¿Qué había hecho mal?
Quien me conoce sabe que soy una obsesa de la investigación. Investigué si existe alguna forma de que yo pudiera seguir embarazada, por qué sucede el huevo huero y, lo que es más importante, por qué suceden embarazos espontáneos a las mujeres de todas partes. En mi caso, leí que los abortos por embarazo anembrionado suceden cuando los cromosomas del bebé se alinean y hay algo que no cuadra. Puede ser una anomalía mental o física y, por ello, nuestro cuerpo detiene la formación del bebé.
Entonces sentí una especie de alivio, ya que entendía que el Señor tenía un motivo para todo este dolor que estábamos experimentando. Pero a pesar de ese alivio seguía sintiéndome vacía.
Ahora que mi fecha de parto está a la vuelta de la esquina (5 de junio de 2017), lo siento más y más especialmente cuando veo a otras mujeres que estaban embarazadas más o menos al mismo tiempo que yo, prepararse para tener a sus bebés. Me siento feliz por todas ellas, pero también estoy resentida, y una vez más vacía porque no tengo la oportunidad de conocer a mi bebé, aparte de en el Cielo.
Todavía tengo esperanzas para mí y para mi esposo de que algún día podamos concebir otro bebé; y darle a nuestro hijo un hermanito o una hermanita en el mundo físico; él sería un hermano mayor magnífico.
Hemos aprendido a aceptar lo que Dios nos ha enseñado con nuestro aborto espontáneo y estamos viviendo la vida al máximo; y siempre mantenemos vivo el recuerdo de nuestro bebé. “Yo que abro la matriz, ¿no haré dar a luz?, ha dicho el Señor”, Isaías 66,9.