El séptimo error es que ante la ilusión de invulnerabilidad del grupo, no se planifican contingencias por posibles fallos. Así, de la invulnerabilidad del grupo se pasa a la infalibilidad. Por eso mismo, y como el grupo no puede haberse equivocado, los fracasos se interpretan y traducen en ataques a la cohesión que ejercen los externos que pasan a ser los culpables enemigos de todos los males internos.
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