Asume el dolor.
Perder el empleo produce un dolor psicológico. Es una pérdida y es lógico que nos aceche el sentimiento de vergüenza. Sin embargo, cuando este nos inunde, hay que identificarlo y sacar nuestra batería de argumentos para vencerlo. Por ejemplo, la seguridad de nuestro propio potencial, la experiencia adquirida, la esperanza cristiana de considerar que no estamos solos en las luchas de la vida, la confianza en que las personas que nos quieren nos ayudarán si se lo decimos…
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