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Fuerte como San Pedro
Es la roca, la piedra sobre la que Dios decidió edificar la Iglesia. Como pescador, tenía larga experiencia en trabajar duro: sabía de noches sin dormir, de remendar redes, de tempestades en el agua... Pero esa fuerza hace aguas sin la ayuda de la gracia: niega a Cristo tres veces en vez de dar la cara por su Señor. Sin embargo, pide perdón (lloró amargamente, dice el Evangelio) y Dios lo restaura. A partir de ahí, esa nueva fortaleza prestada le servirá para ser el primer Papa y afrontar el martirio.
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