Racional como santo Tomás
Tomás es reflexivo, necesita argumentos, razones. Es el de método científico. Quiere que le expliquen las cosas. Le pregunta al Señor en la Última Cena: "Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?". Y luego, cuando los demás le dicen que Jesús ha resucitado, deja claro que no se dejará convencer fácilmente: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré". Pero ante Jesús, ese hombre que necesitaba comprobarlo todo se rinde y pronuncia un acto de amor tan sencillo pero tan profundo que muchos católicos lo empleamos hoy todavía: "Señor mío y Dios mío", porque en eso se resume todo.
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