Poner patas al propósito de mejorar
Determina qué vas a hacer cuando estés de mal humor. Ahora que no lo estás, es más fácil pensar con la cabeza fría y establecer cuáles van a ser los actos concretos para controlar el mal genio. Por ejemplo, antes de soltar una filípica a tus hijos, vete a tu habitación y deja que pasen unos minutos. O hacer un rato de deporte diaria o semanalmente, para rebajar el estrés de una mala época. O si ves que estás levantando la voz al hablar con tu esposa o esposo, ve al baño y lávate la cara con agua fría mientras por dentro te dices que esa es la persona que más amas en el mundo.
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