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Los hijos tienen un sentido especial de la maternidad y la paternidad.
Notan cuándo hay cariño, y no me refiero a algo cuantificable sino a la calidad del amor de sus padres. Da igual si es media hora al día o si solo es un beso en la frente y las buenas noches. Ese amor es imprescindible y ha de pasar por delante de actividades extraescolares, viajes y horas de sofá ante el televisor, el móvil o la play (y me refiero a los papás, you know what I mean). En cuestión de cariño, las matemáticas cuadran: amor a tus hijos por infinito, igual a amor infinito.
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