“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo”. (Efesios 6:11)
Dios jamás te hará luchar una batalla desarmado. Él te proporciona siempre una armadura según el problema que tengas que enfrentar, sólo que a veces hay que pedirle que nos recuerde que la tenemos allí a nuestra disposición porque se nos olvida.
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