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Segura de sí misma.
Piensa: “Me gusto y me gusta mi historia. Soy única”. ¡Basta ya con la presión de verte delgada, preciosa, sin arrugas, el cabello impecable, etc.! ¡Somos mucho más que eso! Se acabó el buscar ser del gusto de todos. Ahora nos aceptamos y dejamos esas bobadas de querer ser como las demás o de seguir estereotipos sociales. Ya no. Esto es lo que somos, imperfectas, pero perfectibles. Seres aún no terminados de hacerse, sino en continua evolución. Al descubrir que nuestra dignidad y valor radica justo en eso, en ser quienes somos, únicos e irrepetibles y no en lo que hemos logrado o poseemos ahora peleamos por no ser la réplica de nadie más.
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