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Tenemos que asumir la responsabilidad de nuestras acciones.
A lo largo del libro, Wahlberg comparte con una sinceridad brutal las múltiples ofensas que cometió y las tantas de las que se libró. Nunca intenta culpar a los demás, aunque sí era un joven necesitado de ayuda. Al responsabilizarse de sus acciones, pudo confesarse, aprender de sus errores e intentar compensarlos sirviendo a los demás.
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