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Dejar el orden para más tarde.
No cedas a la posibilidad de pensar "esto ya lo ordenaré luego". Hazlo ahora y así no acumularás trabajo para un momento posterior. Por ejemplo, al cocinar, ve fregando lo que ya has usado (sartenes, cazuelas, platos) y no volverás a emplear. Mientras sigues cocinando, se secarán y podrás guardarlo enseguida. Así evitas esa montaña de cacharros por fregar que da tanta pereza solo con verla. Del mismo modo, actúa con la ropa: si la guardas ordenada y bien plegada en vez de hacer una montaña, todo quedará a la vista y no tendrás que "sumergirte" en el armario para encontrar una prenda. Recuerda la frase de san Agustín: "Guarda el orden y el orden te guardará a ti". El orden da mucha paz y ayuda a no perder objetos que acostumbramos a necesitar con urgencia: las gafas, el móvil o un bolígrafo, por ejemplo.
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