Mantén el buen humor y el respeto
No pierdas la paciencia con esta persona porque la depresión es una enfermedad y nadie la querría para sí. Si ha hecho mal algunas cosas, será mejor que reserves tu crítica para otra temporada.
Las personas depresivas tienden a ver el vaso medio vacío, pero agradecen que a su alrededor haya quien tire del ambiente hacia arriba. Cuenta chistes que rompan la monotonía. Recuerda anécdotas familiares. Y, sobre todo, nunca pierdas los estribos, aunque se enfade contigo o alguien levante la voz. Si eso ocurre y hay tensión en casa por culpa del mal genio de alguien, intenta reconducir el ánimo.
Si en la familia se vive la fe cristiana, recuérdale que no está solo en la lucha. Rezad juntos pequeñas oraciones vocales y comenzad o acabad pidiendo por vosotros.
Habrá momentos, quizá, en que hay que exigir a la persona depresiva que haga algo pautado previamente por el psiquiatra o el psicólogo: por ejemplo, levantarse por la mañana. No conviertas eso en una guerra. Busca "aliados" como por ejemplo una habitación con luz natural y así le entrará el sol; o un desayuno que le apetezca.
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