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Llegó a Roma por una falsificación Miquel Ángel en Florencia, su ciudad natal, en los primeros pasos como artista en la casa de los Medici esculpió “El Cupido dormido”. Viéndola el mismo Lorenzo el magnífico le dijo: “Quizá si la enterraras y la trataras para darle el aspecto de una obra antigua, la enviaría a Roma, donde estoy seguro de que creerían que es una antigüedad y la venderías mucho mejor”. Así la escultura fue vendida como hallazgo arqueológico al cardenal Riario, sobrino del papa Sixto IV. La noticia del engaño circuló largamente en la ciudad papal, así como la mofa sobre Rafael Riario en los ambientes de la curia y nobleza romana. El cardenal, resentido, envió a Florencia al banquero y noble romano Jacopo Galli, para descubrir la identidad del escultor del Cupido. Y fue así como Miguel Ángel fue conducido a Roma, donde pidió disculpas al cardenal y comenzó a esculpir para él.
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