1 / 5
Lo primero, ir a las raíces de tu ansiedad
Examina cuál es la causa que te provoca ese estado. A veces el problema está muy claro: un examen para aprobar el carné de conducir, una entrevista de trabajo, los resultados de unas pruebas médicas delicadas... hacen que nuestro cuerpo y nuestro espíritu se sometan a un cúmulo de tensiones que nos llegan a desestabilizar. Pero no siempre es así. A veces la causa de la ansiedad está escondida y hay que proceder a un examen más profundo y sincero. Es la ansiedad, por ejemplo, de las madres que acumulan cansancio por una carga excesiva de tareas. Sufren en silencio hasta que explotan. La fatiga y el ver que su horizonte no va a mejorar genera mucho estrés. Pero su deseo de protección, o de ser la mejor madre del mundo, hace que su cerebro tape la raíz de la ansiedad. Simplemente considera que su deber es seguir adelante y entra en un círculo vicioso.... hasta que una se rompe. Conviene sincerarse consigo mismo para poner nombre a lo que nos ocurre. Ese es el paso indispensable para solucionar la situación.
+

© AJR_photo I Shutterstock