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Su vocación al Opus Dei
"Recuerdo (...) cuándo conocí al Padre (...). Una tarde de finales de enero del invierno madrileño de 1944. Yo acababa de terminar la carrera de Ciencias Químicas y estrenaba mi primer trabajo profesional dando clases (...). Nos sentamos y me preguntó: '¿Qué quieres de mí?'. Yo contesté, sin saber por qué: 'Creo que tengo vocación'. El Padre me miraba... 'Eso yo no te lo puedo decir. Si quieres, puedo ser tu director espiritual, confesarte, conocerte, etc.' Eso era exactamente lo que yo buscaba. Tuve la sensación clara de que Dios me hablaba a través de aquel sacerdote, no sólo con sus palabras, sino con su oración de petición por mí, que se reflejaba en lo que pensaba mi cabeza y hablaba mi boca.  Sentí una Fe grande, fuerte reflejo de la suya y me puse en sus manos para toda mi vida. En los días sucesivos fui descubriendo y conociendo el espíritu del Opus Dei y el día 19 de marzo de 1944 pedí la admisión en la Obra".
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