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Las palabras del entorno a veces pueden carecer del cuidado de la psicología más elemental: “¿Estás celoso?”, “¿Estás contento(a) de tener un hermanito(a)?”. Y pueden empujar a los niños a “detestar” o desconfiar de su recién llegado hermanito: “¡Ahora vas a tener que compartir todos tus juguetes!”; “Ya no eres el pequeño, eres el mayor que debe ayudar a los padres”. Distráiganlos llevando la conversación hacia el niño, sobre su progreso en la escuela, en sus clases de música, etc.
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