No estrenes calzado el día de la peregrinación, ni uses sandalias.
Tiene que ser un calzado que ya esté amoldado a tu pie, que te sea cómodo, pero que tampoco ha de estar muy gastado, al punto de poder perder la suela en cualquier momento. Lleva ropa cómoda, y liviana, pero que pueda abrigarte bien en las horas de la noche. Algún impermeable o bolsas de plástico para cubrir tus pies y ropa en caso de lluvia. Más allá de lo que diga el pronóstico, nunca está de más en tu mochila. Lo mismo un par de medias extras de algodón.
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