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Cien años de experiencia
El Método Montessori apenas ha cambiado en los últimos cien años dado que es altamente coherente, está bien trazado, obtiene resultados y los niños progresan en su autonomía, atentos, camino de un aprendizaje que les llena de un fuerte sentido de la auto-eficacia. Los alumnos quieren aprender. Es decir, los alumnos deciden libremente trabajar relajados y contentos –la alegría es una característica de estas escuelas- descubriendo que son capaces de realizar tareas desafiantes con éxito. La repetición de sus tareas genera en ellos unos hábitos en los que cabe la auto-corrección de los errores y, en esa medida, les capacita para un trabajo sensorial-intelectual cada vez más complejo.
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© Urška Golob