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Cuaresma: más allá del ayuno y la oración

Cuaresma
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Arnold Jiménez - publicado el 06/03/25
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En este inicio de Cuaresma, un mensaje, presuntamente del Papa Francisco, se ha vuelto popular en las redes sociales. ¿Qué tan cierto es?; y más importante aún, ¿qué importancia tiene el ayuno?

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A través de redes sociales y WhatsApp circula un mensaje que afirma que el Papa Francisco propuso 11 "ayunos" y 15 "actos de caridad" para reemplazar “el ayuno de carne en Cuaresma”: "Ayuna de palabras hirientes-dice el bulo- y transmite palabras bondadosas. Ayuna de descontentos y llénate de gratitud. Ayuna de enojos y llénate de mansedumbre y de paciencia. Ayuna de pesimismo y llénate de esperanza y optimismo". Estos son algunos de los 11 "ayunos" que se le atribuyen al Papa Francisco, sin especificar cuándo o dónde los dijo. En este inicio de la Cuaresma, este mensaje se ha intensificado en las redes y chats compartidos ciertamente por mucha gente piadosa.

Tres son los elementos cualificadores del camino cuaresmal que se inician con el Miércoles de Ceniza: la oración, el ayuno y la limosna. El ayuno, en particular, no debe entenderse solo en su dimensión formal. Tiene un significado real, como nos recuerda repetidamente el Papa Francisco, si se sigue el ejemplo del Buen Samaritano. Tiene valor si se adopta un estilo de vida sobrio, si se vive "una vida que no desperdicia, que no descarta… pero el ayuno, no puede entenderse sólo, sin la oración, pero sobre todo con la limosna"

¡Claro que el ayuno importa!

Sería ingenuo afirmar que el ayuno no es importante para la tradición cristiana; no solo es importante, es fundamental para el desarrollo de una fuerte y sólida vida de fe.  El 16 de febrero de 2018 durante su meditación matutina en la Capilla de la Casa Santa Martha, el Papa Francisco ha dicho que “el ayuno es una gimnasia espiritual que ayuda a liberarse de lo superfluo y a ser más libres… privarse de un alimento, de una golosina va moldeando nuestro carácter, al mismo tiempo que nos fortalece”.

Mas el ayuno, en el camino cuaresmal, no puede ser solo una simple abstinencia de comida o de alimentos materiales. Representa, de hecho, "una realidad compleja y profunda". Juan Pablo II lo subrayó el 21 de marzo de 1979 dirigiéndose a los jóvenes en la plaza de San Pedro:

"El ayuno es un símbolo, un signo, una llamada seria y estimulante para aceptar y realizar renuncias. ¿Qué renuncias? Renuncia del 'yo', es decir, a tantos caprichos y aspiraciones malsanas; renuncia a los defectos propios, a la pasión impetuosa, a los deseos ilícitos. Ayuno es saber decir un 'no' tajante y decidido a cuanto viene sugerido o solicitado por el orgullo, el egoísmo, el vicio, escuchando a la propia conciencia, respetando el bien ajeno, manteniéndose fieles a ley de Dios".

Ayuno y compromiso social, binomio inseparable

En efecto, el ayuno y la Cuaresma tienen una dimensión social que no podemos obviar. Sería incomprensible pensar en un ayunar para que, a la hora de la comida, se disfrute de un manjar de mariscos u otros alimentos sin pensar en quien no tiene nada sobre su mesa.

La Cuaresma es un tiempo de renuncia y penitencia, sí, pero también es “un tiempo de comunión y solidaridad”. Pablo VI lo subrayó en su Mensaje para la Cuaresma de 1973, invitándonos a escuchar las exhortaciones del profeta Isaías: “El ayuno que yo quiero es este: Abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne”.

Tales exhortaciones, señala el Papa Montini, reflejan las preocupaciones de la humanidad contemporánea para que cada uno participe verdaderamente “en los sufrimientos y en las desdichas de todos”. No se debe vivir una Cuaresma “espiritualista”, “individualista”; Cuaresma es tiempo de gracia y conversión y ello implica volver la mirada al que tiene hambre para darle de comer, al que tiene sed, para darle de beber. 

Una sola realidad

No se trata de elegir entre dos opciones: el ayuno y la oración o el compromiso social. Se trata, como señala el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, de ser capaces de vivir una: “Síntesis entre fe y vida”. Pero para ello se “… requiere un camino regulado sabiamente por los elementos que caracterizan el itinerario cristiano: la adhesión a la Palabra de Dios; la celebración litúrgica del misterio cristiano; la oración personal… Y el ejercicio de las virtudes sociales” (CDSI 546)

En fin, es importante evitar los simplismos. Es muy importante ayunar, como importante es ayudar. 

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