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Hay muchas ermitas o capillas de montaña en Francia, repartidas por los Alpes, los Pirineos, los Vosgos, el Jura y Córcega. Solo en los Alpes hay más de 300, y algunos municipios cuentan con decenas de capillas, una en cada aldea.
El pueblo de Névache, de 350 habitantes, en el valle del Clarée (Altos Alpes), cuenta por sí solo con 28 capillas. Cada aldea tiene su propia capilla, y algunas granjas aisladas tienen capillas privadas junto a sus edificios agrícolas. La dispersión de los asentamientos y el pastoreo han llevado a la gente a rodearse de lo esencial en cada estación.
Estas capillas son testimonio de la fe de los pastores, pero también del agropastoralismo. No es raro encontrar un aprisco en el mismo lugar, a veces debajo del lugar de culto. También sirven de refugio, tanto para las personas como para los animales, cuando las montañas se encrespan.
Capillas votivas
En otros lugares, a mayor altitud, capillas de peregrinación completamente aisladas tienen una función votiva. Son objeto de procesiones anuales, que gozan de un verdadero renacimiento. Están vinculadas a milagros, otras pueden haber albergado originalmente a un ermitaño, y otras más celebra a un santo.
Las capillas de montaña están sólidamente adheridas a la roca, en comunión con la creación. En el interior predomina la madera, en el armazón y el mobiliario. Sorprende su sencillez y la riqueza de su decoración barroca.
De roca, madera y fe
Las capillas de montaña sufren más que en ningún otro sitio. Están a merced de las avalanchas, las lluvias torrenciales, el viento o los corrimientos de tierra. Hoy, la capilla de Nuestra Señora del Monte Thabor en Névache (Hautes-Alpes), la más alta de Francia con 3.178 m, corre peligro de derrumbarse a causa del calentamiento climático.
Si la geografía les ha dejado huella, la historia tampoco les ha perdonado. La capilla de Nuestra Señora de las nieves, por ejemplo, fue bombardeada por los alemanes en 1944 y después fue reconstruida.
En efecto, las capillas de montaña deben su propia existencia a la fe de las gentes del lugar, que las construyeron allí, que las han reconstruido a menudo (una de ellas ha sido reconstruida siete veces) y que siguen, verano e invierno, dotándolas de alma.
Eche un vistazo a estas capillas perdidas en las montañas: