“No os contentéis con ser 'estrellas por un día', en las redes sociales o en otros lugares”, dijo el Papa Francisco a los jóvenes católicos en la homilía de la Misa que presidió en la Basílica de San Pedro el 24 de noviembre de 2024. En la solemnidad de Cristo Rey, que coincide también con la Jornada Mundial de la Juventud, el pontífice advirtió a las nuevas generaciones contra la tentación de la “maquillaje espiritual” y contra el peligro del “condicionamiento”.
En su homilía, el pontífice subrayó lo difícil que puede ser para los jóvenes afrontar las acusaciones dirigidas a la Iglesia católica, en particular aquellas que ponen en duda la existencia de Dios debido a la multiplicación de las guerras, la violencia y los desastres ecológicos. Al negarse a “hacer como todos los demás”, el joven cristiano se expone a estos ataques, admitió.
Sin embargo, aseguró el Papa, “tarde o temprano, las críticas y las falsas acusaciones caen y los valores superficiales se revelan como lo que son: ilusiones”. “No os dejéis intoxicar por ilusiones”, insistió, yendo más allá de su texto.
El pontífice advirtió luego contra la contaminación del “deseo -tan extendido hoy- de ser visto, aprobado y alabado”. Recordó que cuando Cristo declara: “Mi realeza no es de este mundo”, significa que “rechaza toda lógica de poder”.
Porque al perseguir el éxito y el poder, los hombres “terminan viviendo en la miseria”, lamentó el Papa Francisco. Prisioneros de esta lógica, se ven llevados "a competir, a fingir, a comprometerse, a vender sus ideales para obtener un poco de aprobación y visibilidad", insistió.
“Vuestra integridad no está a la venta”, dijo el Papa a los jóvenes. “Tus sueños puros valen más que el éxito y la fama, y la sinceridad de tus intenciones vale más que la aprobación”, insistió, advirtiendo contra el “condicionamiento”, que comparó con el maquillaje excesivo de una hermosa joven.
Y el pontífice concluyó: “No seáis simplemente 'estrellas por un día', en las redes sociales o en cualquier otro lugar. El cielo en el que estáis llamados a brillar es más grande”, añadió. Los invitó a reflejar el amor infinito de Dios en sus “pequeñas luces”, que son el cariño fiel de los esposos, la alegría inocente de los hijos, el cuidado de los pobres y de los ancianos y la honestidad en el trabajo.
“No es el consenso lo que salva al mundo, ni lo que nos hace felices, sino la gratuidad del amor”, insistió.
El pontífice insistió en que el amor no se puede negociar. Y sin este amor, afirmó, el hombre se encuentra “prisionero de una gran mentira” que es “la raíz de toda injusticia y de toda desgracia”. Esta mentira, afirmó, refiriéndose al beato Pier Giorgio Frassati –un joven a quien el pontífice canonizará en julio o agosto de 2025– es la del “yo que se basta a sí mismo”, porque sin amor, “ya no vivimos, sobrevivimos”.
El pontífice, finalmente, instó a los jóvenes cristianos a tener esperanza, asegurándoles que no es cierto que “los acontecimientos del mundo hayan “escapado” de la mano de Dios” o “que la historia la hagan los violentos y los tiranos”. Dios “nos deja libres, pero no nos deja solos”, insistió.
Transmisión de la cruz de la JMJ
Al final de la liturgia, una decena de jóvenes portugueses, en representación de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de 2023, transmitieron simbólicamente la “Cruz de la Juventud” y un icono de la Virgen “ Salus Populi Romani ” a una delegación coreana. La próxima JMJ se celebrará en Corea del Sur en 2027, por lo que regresará por primera vez a Asia desde las de Manila en 1995.
La “Cruz de la Juventud” es una sencilla cruz de madera de tres metros de altura, que fue creada en 1984 a petición del Papa Juan Pablo II. El icono de Salus Populi Romani , cuyo original se encuentra en la Basílica de Santa María la Mayor, es una de las representaciones más antiguas de la Virgen María. El Papa Francisco tiene una gran devoción por esta piadosa imagen, habiendo incluso expresado el deseo de ser enterrado en una capilla de la Basílica de Santa María la Mayor, contigua a la del icono.