San Lucas, además de ser evangelista, plasmó, en imágenes, su profunda veneración hacia María. Esta imagen fue una de las primeras representaciones de la Virgen y ha sido la base que muchos otros artistas han usado para inspirarse y hacer sus propios retratos.
Actualmente, se puede encontrar esta imagen en las catacumbas de Priscila, en Roma. La leyenda dice que la pintura permaneció en Jerusalén hasta que fue descubierta por Santa Elena, que juntó otras reliquias sagradas, como la cruz en la que murió Cristo.
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