"La humildad es la puerta de entrada a todas las virtudes", aseguró el Papa Francisco en la audiencia general que presidió en la Plaza de San Pedro el 22 de mayo de 2024. El Papa concluía así su ciclo de catequesis sobre los vicios y las virtudes, que comenzó el 27 de diciembre del año pasado y contiene 20 enseñanzas.
Para cerrar la serie, el pontífice argentino eligió centrarse en una virtud "que no forma parte de las siete virtudes cardinales y teologales": la humildad. La describió como "la gran antagonista del más mortífero de los vicios, la soberbia".
Donde no hay humildad hay guerra"
Para el jefe de la Iglesia católica, la humildad, que deriva de "humus, tierra", devuelve "todo a su justa dimensión: somos criaturas maravillosas pero limitadas, con virtudes y defectos". Nos libera de las "ilusiones de omnipotencia" y de la "arrogancia". "Donde no hay humildad, hay guerra, discordia y división", advirtió.
"Para liberarnos del demonio de la soberbia, bastaría muy poco, solo contemplar un cielo estrellado, para redescubrir la justa medida", dijo el 266º Papa. E insistió: "La humildad lo es todo. Es la humildad la que nos salva del Maligno y del peligro de convertirnos en sus cómplices".
En su meditación, el Papa Francisco puso el ejemplo de la Virgen María, madre de Jesús, subrayando que "la heroína elegida [por Dios] no es una pequeña reina que creció en una infancia acogedora, sino una joven desconocida". Su "pequeñez" es "su fuerza invencible", añadió.
Posterior a su catequesis, el pontífice llamó a "orar por la paz en este tiempo de guerra mundial". Una llamada que reitera incansablemente cada semana, repitiendo su preocupación por Ucrania y Tierra Santa durante las audiencias generales y el Ángelus dominical.