El proceso de beatificación de Chiara Corbella Petrillo se abrió el 21 de septiembre de 2018. Unos meses antes, había sido proclamada Sierva de Dios por el cardenal Angelo de Donatis.
Durante su vida, Chiara (1984-2012), una joven italiana, vivió situaciones muy difíciles junto a su marido Enrico. Se enfrentaron a la muerte de sus dos primeros hijos poco después de nacer. Durante su tercer embarazo, le diagnosticaron un cáncer, pero rechazó ciertos tratamientos para proteger la vida de su tercer hijo. Francesco nació en perfecto estado de salud en mayo de 2011. Chiara comenzó entonces la quimioterapia, pero la enfermedad persistió y no se curó. Murió en 2012 a los 28 años, dejando tras de sí un testimonio de amor al prójimo y abnegación.
Aleteia conoció al director espiritual de Chiara, el padre Vito d'Amato. Él estuvo presente en los momentos más importantes de su vida. De hecho, fue él quien celebró la boda de Chiara y Enrico, bautizó a sus tres hijos y celebró su funeral.
Aleteia: Padre Vito, ¿puede contarnos cómo va el proceso de beatificación de Chiara Corbella Petrillo?
Padre Vito d'Amato: En 2018, Chiara fue proclamada Sierva de Dios. Podría ser proclamada Venerable si se reconocen sus virtudes heroicas. Luego podría ser proclamada Beata si se reconoce también un milagro. Estamos en la última parte de la fase diocesana. Después hay que pasar a la fase llamada "romana", es decir, vaticana.
¿Cómo conoció a Chiara y cómo se convirtió en su director espiritual?
Conocí a Chiara en 2006. Vino a uno de nuestros cursos para jóvenes en la Basílica de Santa María de los Ángeles de Asís. La conocí en la confesión y fue entonces cuando me eligió como su director espiritual.
¿Puede hablarnos de la vida de fe de Chiara?
Chiara recorrió su camino de fe gracias a la renovación carismática. Desde niña aprendió a rezar y a tener una relación cotidiana con la Virgen María y con Cristo. Pero durante su noviazgo con Enrico, ya no encontró en la renovación carismática las respuestas que buscaba. Entonces entró en contacto con nosotros, con los hermanos y con la espiritualidad franciscana. Se apegó mucho a esta espiritualidad y fue un punto de inflexión para ella. Chiara empezó a entregarse completamente a Dios. En una carta a su hijo, citaba varias veces a san Francisco. Decía que san Francisco había cambiado su vida. Por eso llamó a su hijo Francesco.
Chiara también hizo varias peregrinaciones. Entre otros lugares, conectó con Medjugorje. De niña, oyó hablar de los otros niños que hablaban con la Virgen María y le impresionó la relación tan directa que se podía establecer entre ellos y la Virgen. Conoció a Enrico en Medjugorje, y cuando tuvo dudas o momentos de crisis, se aferró a este punto de referencia, porque atribuía el don de este hombre a la Virgen María. Incluso cuando se enteró de su enfermedad, organizó una peregrinación a Medjugorje con todos sus amigos y familiares. La intención de todos era pedir a la Virgen María la gracia de su curación, pero la intención de Chiara era pedir a la Virgen que pudiéramos comprender cuál era la voluntad de Dios.
¿Cuál es tu mejor recuerdo de Chiara y Enrico?
Recuerdo muchas conversaciones y situaciones en las que nos dimos cuenta de la obra de Dios a través de Chiara. Especialmente en su última noche: estaba feliz, veía su vida realizada, era como si hubiera encontrado su lugar en la historia de la Salvación. Verla así de feliz fue un gran privilegio para mí. Los dos últimos meses de Chiara fueron el Paraíso: a través de ella lo saboreamos y continuamos saboreándolo, incluso en los acontecimientos más difíciles y dolorosos de esos dos últimos meses. Vivíamos como en otra dimensión. Cada momento era precioso.
¿Cómo explicar la alegría de Chiara, a pesar de su gran sufrimiento?
Chiara sufría mucho porque su cuerpo estaba lleno de metástasis. Era plenamente consciente de su situación, pero al final estalló en una alegría increíble. Abrazó a todos y dijo: "¡Os quiero! ¡Qué gracia nos ha dado el Señor! Qué hermoso es lo que estamos viviendo!". Con Chiara nos reímos todo el tiempo. Nos hizo reír incluso en los momentos dramáticos.
En esos momentos, sentía la presencia de Dios, de Cristo. También quería que estuviera allí para rezar. Comprendió que solo uniéndose a Cristo podría superar el sufrimiento. El día antes de morir, Enrico le preguntó: "¿Es realmente dulce esta cruz?". Y Chiara respondió: "Sí, es muy dulce".
Su marido Enrico, ¿cómo vivió esta situación?
Su noviazgo y el nacimiento de sus hijos unieron aún más a Chiara y Enrico, y el momento de la enfermedad de ella aún más. Enrico sufrió, pero un día dijo: "Si Chiara se va con Aquel que la ama más que yo, ¿por qué voy a estar triste?"
¿Qué puede enseñarnos Chiara hoy?
Creo que Chiara puede ser una verdadera fuente de inspiración para el futuro de la Iglesia. A través de su vida, los cristianos pueden manifestar otra presencia, otro amor. Todo a través de Chiara mostraba a otra persona. Mostraba a Cristo, se sentía amada por Cristo y amaba a los demás. Creo que éste es el mensaje central de la vida de Chiara, que puede inspirarnos a todos nosotros hoy.